martes, 14 de abril de 2009

EL MERCADILLO DE LOS MARTES

También en Madrid, siguen los mercadillos de barrio. Son la continuación del Rastro, de la Plaza de Cascorro, del centro de Madrid en que recuerdo haber vivido hace tantísimos años...
Que agradable pasear entre la lluvia, entre los montones de prendas a un euro, entre las frutas y las verduras y las sonrisas amables aunque no comprases nada y pusieras el puesto patas arriba.
Un mercadillo es como un pequeño mundo medieval, todo el mundo se mezcla: los pobres, los nobles o los ricos, los gitanos. A todos les une el comercio, el intercambio. Los que dan y los que se llevan. Ahora pagamos con el dinero, en otros tiempos se pagaba con otros géneros.
Soñar en un mercadillo no es como soñar con él. En en el sueño no se puede sentir la algarabía, los olores, el color, la ilusión de encontrar "el chollo".
Y, al llegar a casa, la sensación extraña de que a lo mejor nos han engañado, pero que hemos conseguido a precios de ganga cosas que, tal vez antes de lo que pensamos, creamos innecesarias, pero que hoy nos parecieron lo más imprescindible del mundo.
No es por comprar, es por vivir y meterse de lleno en el ambiente. Se pueden gastar cinco euros o ninguno pero siempre te llevarás el sueño de haber estado en un mercadillo.

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