domingo, 12 de abril de 2009

SERRANIA DE CUENCA

El frío que entumece las manos y encharca los pies. La lluvia incesante en nuestro peregrinage de dos horas por la Ruta de las Caras. Helechos, romero, tomillo, jara, los árboles empapanos que nos regalaban más y más agua. Nosotros nos refugiábamos con los niños andando por entre las piedras para no pisar los caminos embarrados y no patinar para acabar por los suelos. El barro en las botas hacía que el camino se hiciera lento y agradable, sin prisas.
Refresco del alma, paz interior mezclada con el bocata de tortilla de patatas y, después, huir en los coches a Sacedón para tomar un buen café caliente y regresar a la temperatura que el cuerpo había perdido.
No hubo cansancio, hubo campo y desconexión. Los niños nos llenaron con sus risas y disfrutaron como pequeños exploradores. Los mayores, con mil ojos, habíamos vigilado que ninguno se perdiera.
Y esa docena de personas, en torno a la mesa circular y el calorcito agradable mientras reponía fuerzas, fue el perfecto colofón a un día tan agradable.

No hay comentarios: