sábado, 27 de junio de 2009

CRECEN Y VUELAN

Casi era ayer cuando la tenía entre mis brazos.
Hoy queda poco más de un mes para que cumpla los 18. Ya tiene asegurado su ingreso en la Universidad y, además, tendrá que marcharse a estudiar fuera de casa.
Cuando la miro, veo una joven, no aquella niña que solía mimar mientras nos arrullabamos en el sofá. No veo aquel bebé que ponía cara de asco cuando intentaba darle su puré de verduras, su potito de fruta...
¿Dónde han quedado aquellos años?
El tiempo es imparable para todos. Me siento joven por dentro pero habré envejecido, como todo el mundo. Me siento triste porque se vaya pero a la vez orgullosa por su independencia, porque sea capaz de labrarse ya su propio futuro.
Tal vez se deje de ser hija, al menos un poquito, pero los padres no dejaremos nunca de serlo, aunque cumplamos los ochenta años, y siempre veremos a nuestros hijos como aquellos polluelos que una vez vinieron al mundo para crear más hogar y llenar nuestros corazones.

No hay comentarios: