martes, 4 de agosto de 2009

OBJETIVO DIEZ

Nunca fuí buena fijándome objetivos: mi objetivo siempre era el 10. Decirlo en términos numéricos lo simplifica todo, lo hace entendible. Llevado a la vida real significó que tenía que ser "la mejor". Me gané a pulso, en casa, el apodo de "doña perfecta" y viví la infancia y la adolescencia entre los dieces de mis exámenes trimestrales y de los de fin de curso.
Esos dieces me comenzaron a perseguir en la Facultad porque no era capaz de conseguirlos con tanta facilidad como en el instituto y, cada aprobado, en lugar de una alegría, seguía siendo una decepción. Yo siempre me exigía más.
Mi vida diez me ha ido frustrando años y años: la compañera diez, la amiga diez, la amante diez, la trabajadora diez, la madre diez, la hija diez, la hermana diez.....
No quería escuchar ni saber que, casi nunca, existe el DIEZ. Y que, de existir, no se puede conseguir en todas y cada una de las facetas de mi vida.
Y aqui me teneis, por fin, buscando un cinco: un aprobado raso. Ese aprobado que da la felicidad que significa seguir viviendo, con calma, siendo justa conmigo misma para poder ser más tolerante con los demás.

2 comentarios:

Loli Martinez dijo...

Tu reflexión ha sido tan humilde y fantástica que me has hecho sentir , y además me apunto para ese cinco sin duda .
Un besazo .

bajoqueta dijo...

Ya lo creo que no existe el diez, y menos a la vista de todos. Lo importante creo que es ir pasando exámenes poco a poco e ir pasando de curso en curso.