lunes, 30 de marzo de 2009

Volver a ser niño

Sentir la inocencia, la despreocupación y jugar a vivir el momento presente es el tesoro más grande que tiene la infancia. Es el momento en que los padres somos capaces de inculcarles la autoestima, de jugar con ellos, de transmitirles valores. Los niños aprenden lo que viven: no valen las explicaciones, valen las actuaciones.
Aún asi, nacen o se hacen terroristas, asesinos, violadores...
Pienso en esos padres y su sufrimiento (si es que fueron unos padres que intentaron que sus hijos fueran "buenas personas", respetuosas con la libertad de los demás, que llegasen a vivir y a dejar vivir).
Pero no siempre es así: esos niños vivieron en la intolerancia, la violencia o la incomprensión muchas veces.
Sin embargo, imagino el sufrimiento de aquellos padres que tuvieron un bebé entre sus brazos, de esa madre que los amamantó, de esas ilusiones rotas cuando se sienten señalados por los demás, cuando su hijo se ha convertido en un peligro para la sociedad, cuando sus delitos son incomprensibles y cuando la mentira y el horror han sembrado el dolor en familias sin cumpla: sin razones.
¡Pobres de esos padres! No los señales con el dedo, no los excluyas siempre, dales la oportunidad de la duda, de su "presunta inocencia" ante las acciones de sus desalmados hijos. Hijos que un día fueron niños normales.