viernes, 1 de enero de 2010

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA


De todas las vidas que he vivido y de las que he soñado, sin duda, elijo la que me queda por vivir.
En estos días de locura de teléfono, de visitas programadas y comidas con sobremesas interminables, alguien me ha dicho que ya es hora de que deje de hacer planes y me instaure en el presente. ¡Que deje de hacer planes!
Me temo que soy de una pasta que se nutre de los sueños. No puedo dejar de soñar con el futuro y mis frases suelen empezar por: "cuando..." Siempre pienso que habrá un después y que será difente al presente. ¿Por qué amargarse pensando que este mal momento es lo que tendré para el resto de mi existencia?
No quiero ya un destino permanente, no quiero una ocupación ya de por vida. ¡Por Dios, esto no es un cementerio! Mis amigos siempre me acusan de pesimista y es cierto, pero me duele en el alma que, cuando sueño con lo básico e importante, intenten chafarme con eso de "no tienes ya edad de".
Pienso seguir en la creencia de que todavía puedo hacer planes de futuro.