Se respira en el ambiente pero no se sabe con certeza si ha llegado. Ráfagas, extrañamente cálidas, se abren paso entre los últimos coletazos de lluvia y frío. A la sombra se vive en invierno pero, si paseas al sol, la ropa estorba.
Y es que, aunque todavía no podemos decirlo con certeza, parece que empieza a abrirse paso la primavera: esa época cambiante en la que todo comienza a florecer y crecer.
Cerca del mar, a la orilla, no existe esa primavera. Nada indica que las flores están saliendo....todo es arena fina y blanca. El poniente largo se cuela por los rincones de mis huesos y no me hace presagiar que mi cuerpo recibirá pronto el regalo del sol y su calor.
Esta primavera está tardando, se hace de rogar. El invierno ha sido largo, duro, frío, oscuro: terriblemente eterno. Y ya estamos en abril.
¡Márchate ya, invierno! Ya cumpliste tu misión, ya disfrutaste con nuestro desaliento, ya llenaste nuestras vidas de noches largas y días grises y tristes.
Primavera: ¡llega de una vez!, cuélate por los rincones, aprovecha estos días más largos para redimirnos de tanta tristeza.
Necesito tu luz, tu calor, tu olor.....pasear por tu playa sin miedo al frío de poniente, mojándome los pies con las olas que van y vuelven.
miércoles, 29 de abril de 2009
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