viernes, 29 de mayo de 2009

LEVANTE A 90 KM/HORA

El ruido del viento, sentirlo en el rostro, notar como empuja tu cuerpo y tienes que luchar para tomar el camino que tu quieres y no el que el viento manda. Caminar hacia el oeste es un triunfo.
Caminar, caminar...dejarse llevar. Volver a ser junco y no roble.
Cuando el viento termine, lo que considerábamos robusto abrá caído sin remedio: podremos ver el destrozo. Hoy he visto hormigón arrancado a cuajo.
Busco juncos, pero están al borde de la playa y no me puedo acercar porque la arena me cegaría. He tenido que ponerme las gafas para andar frente al levante porque podía casi masticar la arena que traía. Al borde de la playa sería imposible estar.
Sin embargo, estoy segura de que allí estarán los juncos, cuando amaine el temporal. No estarán arrancados de cuajo....se habrán inclinado y, con su flexibilidad, habrán sentido el azote de la fuerza del levante. Sin embargo, seguirán ahí para el siguiente viento: ya sea el de levante o del poderoso poniente.