Acabadas las fiestas de Navidad, quien más y quien menos se ha hecho los propósitos típicos. A falta de encuestas, puedo decir que entre la gente que conozco lo más frecuente es que "van a dejar de fumar" o " adelgazar" o "van a aprender inglés".
Me pregunto hasta cuando vamos a dejar de hacer y plantearnos estas tonterías típicas, porque no conozco todavía a nadie que haya conseguido dejar de fumar a partir de un siete de enero, ni que haya empezado a adelgazar a primera vista....ni, por supuesto, nadie de mi entorno termina de aprender la deseada lengua inglesa.
Todo esto es uno más de los tópicos que conllevan estas fiestas. El 24 hay que ser feliz reuniéndose con la familia, el 31 hay que trasnochar después de las uvas hasta que los ojos se nos cierren y la cabeza esté a punto de estallar, el día de Reyes es imprescindible tomar el roscón y hacer regalos a varios "compromisos" y, para rematar, el día 7 de enero hay que despedir las fiestas llenos de buenas intenciones.
Para resumir: engaños. Para rematar el ciclo.
Por mi parte, no pienso engañar a nadie porque, la familia: bien gracias. Porque los amigos y las juergas pueden hacerse cualquier día en torno a una buena cena o un buen juego de mesa, porque los roscones no tienen que esperar al día de Reyes, porque adelgazar no me parece ni siquiera decente y aprender inglés sería perfecto siempre que el mundo anglosajón se esforzase en aprender español o chino, y porque si hay que fumar pues se fuma que, mire usted, de algo habrá que vivir.
No soy pretenciosa, sólo intento no engañarme a mí misma.
sábado, 9 de enero de 2010
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